Santiago Cordoba Wolf

El Valle de los Caídos: El último monstruo de concreto de la España más rancia

POR: SANTIAGO CÓRDOBA WOLF Basado en la investigación arqueológica El último monumento fascista de Europa de Alfredo González Ruibal. Aquella cruz gigante que, de forma poco sutil, emerge en medio de las montañas y queda indiscutiblemente a la vista de todos los que circulan por la M-505 es el recordatorio constante de que Franco nunca se ha ido del todo de España. Me refiero a :El Valle de los Caídos. Irónicamente, en el 50 aniversario de su fallecimiento, parece que don Bahamonde está más presente que nunca en la cotidianidad española. Se le ve alegremente deambulando por las instituciones políticas, dentro de los cuerpos de seguridad del Estado, en discursos reaccionarios, en manifestaciones y hasta dentro del café. Dicen que si repites su nombre 18 veces frente al espejo, aparece junto a ti con su voz de pito, aquellas gafas horrendas y su trajecito beige, perfectamente planchado. La dictadura franquista, lavada todos los días con jabones dermatológicos y descaradamente tachada de «dictablanda», me recuerda constantemente que el dictador nunca se fue realmente y que esa pregunta tan sagaz de “¿Qué es España?” está más presente hoy, en 2025, que quizás hace algunos ayeres. Porque, como ley de vida, “dale tiempo al tiempo y hará de las suyas”. Entre los más grandes hits de Franco, la Falange, la Iglesia y todos los diversos cómplices de la sublevación, contamos con: un golpe de Estado, fusilamientos, bombardeos, cooperación con Adolfo y Benito, campos de concentración, violencia sexual y mi favorito personal, el que considero su top track: el robo de bebés. Cabe recalcar y recordar que todo esto ocurrió dentro del marco del conflicto bélico, pero no fue lo único, por si algún perdido quiere sacarme la carta de “La guerra” o la de “España se caía”. Vale, no. No lo compro. No acepto el trato. Porque, una vez que el poco agraciado bajo las cámaras de Franco se hizo con el poder, la cosa no fue a mejor. Es más, fue una especie de “sube el volumen que este es un temazo y lo quiero bailar”. Exilios forzosos, hambre y miseria, la Brigada Político-Social, prisiones masificadas, trabajos mandatarios, represión estudiantil, terrorismo de Estado, pena de muerte, represión a las lenguas regionales, aislamiento internacional y mucho, pero mucho más. No obstante, como si no fuera suficiente, cuando por fin se fue de la faz de la Tierra, dormido plácidamente como el niño berrinchudo que siempre fue, no pudo evitar seguir haciendo de las suyas, incluso desde el más allá. Sin entrar en más temas que no conciernen al presente, solo diré que su último golpe de gracia fue la amnistía del ‘77 para todos sus matones y la legitimación de una monarquía que NADIE quería. No sorprende, entonces, que don Felpudo VI, desde su palacete en la Zarzuela, se niegue a hablar en el aniversario de la muerte de Franco. Lógico. Él lo puso ahí, y uno no muerde la mano que le da de comer. Ahora bien, aquí estoy yo, en mi calidad de migrante y sangre de aquella marea de exiliados a México, preguntándome casi a diario, desde que llegué a Cataluña: ¿Cómo puede ser? O mejor aún: Espera, para, que no entiendo. O simplemente un ¿¡Qué?!, que aunque monosílabo, guarda muchas más preguntas detrás. ¿Cómo puede ser que este señor no esté cancelado y que su simple nombre sea más peligroso que el de Voldemort? Espera, para… que no entiendo por qué en El Rastro hay una tienda entera de memorabilia fascista con su cara y el Cara al sol impreso en camisetas. ¡¿QUÉ?!…Ya me entienden. Pero por encima de la rojigualda pulcra en cada esquina, del águila imperial que aparece y desaparece constantemente, de los fascistas de Vox, del PP en esteroides y de todo el vómito ideológico —digno tanto de un adoctrinamiento ultra como de provocar un suicidio— que uno encuentra en redes sociales y en los medios afines al bipartidismo, hay algo que, por lo menos a mí, me vuela la cabeza. Y sí, si leyeron el título y el primer párrafo, ya sabrán de qué estoy hablando: El Valle de los Caídos. Aquel mutante gigante necropolítico de concreto. Su construcción comenzó el 1 de abril de 1940, celebrando el aniversario del fin de la Guerra Civil. Se suponía que sería un mausoleo[1] en conmemoración a los caídos por “la gloria de España y Dios”, o sea, que solo rendiría homenaje a los muertos del bando nacional. A los rojos de mierda, ni mencionarlos. Como todos las obras totalitarios de los años 1920-1940, el Valle de los Caídos buscaba esa teatralidad que tanto le gusta a los fachas. Esa monumentalidad[2], esa imagen sublime del régimen, del imperio, que seduzca a las masas y les recuerde la grandeza de España. ¡Arriba España! Pero, había un pequeño problema ¿Quién iba ha construir tremendo homenaje ha la masculindad fragil? Sí no mal recuerdo la España imperial super poderosa heredera de los conquistadores e hija de dios padre todo poderoso estaba en bancarrota total[3], y como optaron por encarcelar ha cualquier hijo de vecino que se viera sospechoso pues las carceles estaban ha reventar. Pero ahí es donde entra el tremendo genio de Don Francisco. Porque donde tú y yo vemos problemas, el Señorito Bahamonde veía soluciónes. Monumento imperial, muchos presos, falta de dinero… ¡Pues ya está! Que lo construyan los presos. —Pero, Don Caudillo de Dios, ¿no se verá débil el régimen con esta movida?—Tienes razón, Carrero, maldita sea… Piensa, Francisco, piensa…—¡Pues ya está, Carrero! Lo tengo. Decimos que es para limpiar sus pecados. ¿Quieren vivir? A confesarse. ¿Cómo? Pariendo mi hijo.—¡Brillante, Generalísimo! Béseme, por favor.—¿Qué?—¿Qué?… Y así fue. La medida ideológica[4] cumplió el capricho de Fran, utilizando el cuento de la evangelización, como lo hiciera antes Cortés, Pizarro y como ahora lo hacía Bahamonde. Sin embargo, no tenían un duro, muy pocos albañiles[5] (la gran mayoría eran maestros, presos políticos, escritores, burgueses) y, además, construir en medio de una montaña resultó más complicado de lo esperado ¡Vaya! ¿Quién

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¿Por qué estamos tan solos ?

SANTIAGO CÓRDOBA WOLF FOTO: @SAN_WOLFF Creamos a la sociedad para sentirnos acompañados, luego creamos un sistema en como régimen el que solo existe el individuo. Con la instauración del sistema capitalista económico mundial a finales de los años cuarenta, la oferta comenzó a cubrir una demanda necesaria; sin embargo, cuando dicha demanda fue cubierta, el sistema no podía parar, no funciona así. La rueda tenía que seguir girando. Es entonces cuando el discurso cambió y la demanda evolucionó de necesitamos a necesito. Porque la única manera de sobrevivir al capitalismo es el individualismo, dicha mentira fue sembrada en nosotros desde que vimos la luz del día: “soy especial”, “necesito esto”, “me merezco”, “me lo gane”, “me tengo que consentir” y demás patrañas que hemos escuchado y dicho desde que tenemos memoria. Durante décadas estos dos modelos de vida fueron poco cuestionados o dudados, es hasta hace razonablemente poco que podemos observar sus verdaderos colores y sus consecuencias. La ya no tan reciente presencia de redes sociales en nuestra cotidianeidad nos ha hecho percatarnos de que fuimos conejillos de indias en un experimento del cual nunca dimos nuestro consentimiento, pero aceptamos de igual manera. Fuimos secuestrados por un sistema basado en nuestra propia monetización. Entregamos sin resistencia alguna nuestro tiempo, atención y estabilidad mental a algo de lo cual no conocíamos los riesgos y ¿Para qué? ¿Por qué? Para convertirnos en una sociedad en donde perma el exceso de positividad, el individualismo y la constante aprobación ajena. Ya lo dijo Byung Chul Han en la Sociedad del Cansancio. A través de las redes sociales nos idealizamos a nosotros mismos, canonizamos gente común, y esto nos obliga a querer construir un “Yo ideal”, porque el ser simplemente “Yo” ya no es suficiente, mi “Yo real” ya no tiene cabida en este mundo turboglobalizado, quiero ser un ente perfecto, alguien al que el mundo admire y alabe todo el tiempo y a todas horas. Nuestro mundo perfecto nos ha educado a través de una pantalla de 14cm nuestro feed de Instagram es la única deidad que queda en un mundo sin dios. Ya no hay objeto, no hay fin; yo ente individualista soy principio y fin, soy todo y nada. Se borra la línea entre lo nuevo y lo desconocido; a falta de dios, yo soy Dios. En otras palabras si miras fijamente al abismo, el abismo te devolverá la mirada. Las luchas entre grupos se han remplazado por una lucha individual ; competir con uno mismo hasta no poder más. La que alguna fue explotación externa, se ha convertido en una autoexplotación absoluta, diaria y sin descanso y ¿Para qué? Para exponernos, vendernos, alabarnos y aprobarnos. Somos mercancía diaria en redes sociales, el producto ya no es un objeto, lo somos nosotros. “Elimina el sufrimiento de tu sociedad y no necesitarán un dios al cual buscar o alabar», es lo que nos dice Un Mundo Feliz de Aldous Huxley, “Dios no existe,no es compatible con las máquinas”. En el mismo texto, el personaje de Mustafa Mond, le dice lo siguiente a El Salvaje: “La gente ahora nunca está sola, la inducimos a odiar la soledad; disponemos sus vidas de modo que resulte imposible estar solos alguna vez”. Huxley creó un mundo distópico muy similar a nuestro presente. Un mundo en el que no existe un dios, el consumo es ley, la soledad es maligna, la sociedad es individualista y en donde pensar o ser diferente es enterrado con fármacos. Al salir de nuestra red de nuestra red de hiperconectividad hacia el terreno físico, real en el que seguimos deambulando, dejamos de ser el personaje principal de una película que nunca existió para encontrarnos con una fuerte muralla de realidad. Una realidad a la cual no le interesa nuestros seguidores, la ropa que vestimos, nuestras redes sociales, la cantidad de personas que conocemos o con las que hablamos, una realidad ávida de honestidad, conexión y comunidad, tareas que al día de hoy fallamos masivamente en completar por el nivel de egolatría en el que estamos inmersos; sin embargo, nadie nos advirtió que sería así de difícil, porque realmente y de manera prácticamente inconsciente lo que buscamos es aprobación, no conexión. Cuando dicha conexión no aparece por ningún lado, caemos nuevamente en la trampa más vieja del capitalismo. Buscamos llenar ese agujero de conexión y fraternidad con objetos banales que no necesitamos, simplemente para conseguir un poco de seratonina, la cual como llega, se va, para a la post ser remplazada con algún otro objeto material nada necesario. ¿Hay una solución a este ciclo vicioso? No lo se´, soy el menos indicado para responder ese cuestionamiento tan grande. Hemos cavado muy profundo y durante muchos amaneceres y atardeceres. Nos hemos convertido en Narciso. Todo el día, todos los días amandonos, admirandonos en nuestros estanques de agua espejo privadas; eternamente enamorados de nosotros mismos. A falta de respuesta, lo que sí puedo aportar es enfoques. Ya lo decía el líder revolucionario puertorriqueño Pedro Albizu, «Cuando la tiranía es ley, la revolución es orden». De igual manera décadas atrás, Albert Camus escribía sobre un mundo que lo único que busca y lo único importa es el culto eterno al individuo como ente aislado de la sociedad. Y mientras no evolucionemos en conjunto como sociedad unida, como una masa anónima hacia un mismo fin en común la esperanza de un mundo justo, libre y honesto debe seguir siendo una utopía. Solo podemos rebelarnos y oponer resistencia a ciertos aspectos relativos de nuestra vida, lo cual solamente nos brindará victorias momentáneas y sonrisas pasajeras. Sin embargo, mientras el pensamiento ególatra e individualista exista, la revolución se tiene que seguir haciendo y creando todos los días. Todos somos Sísifo. Subimos la piedra a lo alto de la montaña todos los días. Llorando, gritando y agonizando, para segundos más tarde verla rodar de vuelta al principio. Pero así como Sísifo encontró gozo en su castigo y en su soledad, lo propio tenemos que hacer nosotros. La única escapatoria ante

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Energy, Occupation, and Genocide: Gaza Marine and the Geopolitics of Resource Control in the Levant

SANTIAGO CÓRDOBA WOLF FOTO: CCENERGY The Gaza Strip, located along the eastern Mediterranean coast, has been at the heart of both geopolitical tensions and economic challenges. Despite Israel’s official withdrawal from the region in 2005, it has maintained substantial control over Gaza’s airspace, territorial waters, and coastal trade routes, as outlined in the Oslo Accords. While these agreements were framed as steps toward Palestinian self-determination, they have, in practice, imposed significant restrictions on the development of Gaza’s natural resources. Chief among these is the Gaza Marine natural gas field, discovered in 1999, approximately 36 kilometers off the coast of Gaza. This local conflict reflects a broader trend of contested energy resources in the Eastern Mediterranean, where states vie for control over increasingly valuable natural reserves. This resource, with an estimated reserve of 1 trillion cubic feet of natural gas, has the potential to meet the energy needs of Palestinian territories while also generating revenue through export. At the time of its discovery, Palestinian leader Yasser Arafat optimistically described Gaza Marine as “a gift from God” that could transform the economic future of Palestinians in Gaza and the West Bank. Annual revenues were projected to exceed $1 billion, which could have spurred economic growth and reduced dependency on external aid. Additionally, the Eastern Mediterranean basin, home to a wealth of undersea hydrocarbon reserves, has become a critical focal point in global energy politics, with competing claims over resources further complicating the region’s dynamics. However, the political and economic potential of Gaza Marine has been systematically stifled. Agreements like the Oslo Accords (1993) and the Paris Protocol (1994), while nominally granting Palestinians certain rights to resource development, placed ultimate control in Israeli hands. These agreements required Israeli authorization for any resource exploitation and established a shared customs regime managed by Israel, which oversaw critical infrastructure and trade activities. Effectively, this arrangement granted Israel the power to block Palestinian efforts to develop their own resources, ensuring continued economic dependency. Despite international acknowledgment that Gaza’s natural gas belongs to the Palestinian people under international law, development of the field has been obstructed by Israeli policies. Access to the resource has been further limited by restrictive maritime zones imposed by Israel, which contradict the 20-nautical-mile economic zone outlined in the Oslo Accords. These restrictions, combined with political fragmentation and ongoing blockades, have kept the gas field untapped, leaving its potential economic benefits unrealized. The Eastern Mediterranean region’s vast hydrocarbon resources, including Gaza Marine and major Israeli gas fields like Leviathan and Tamar, have elevated its importance in global energy markets. Israel has successfully developed its own gas fields, transforming itself into a key energy player while excluding Palestinians from similar opportunities. The geopolitical tensions surrounding the region have only compounded the challenges for Gaza, with its natural resources serving as yet another arena for power struggles rather than economic empowerment. Historical and Political Context of Gaza Marine The initial discovery of Gaza Marine in 1999 represented the first serious attempt by Palestinians to exploit their natural resources. Under Arafat’s leadership, the PA signed agreements with British Gas Group (BG) and Consolidated Contractors Company (CCC) for exploration and development. The contracts stipulated that BG would retain 60% of the profits, CCC 30%, and the Palestine Investment Fund (PIF) only 10%. These agreements collectively marginalized Palestinian interests, exacerbated by opaque negotiations and external political pressures.¹ Key PA officials, including Energy Minister Abdul Rahman Ahmed, were excluded from negotiations. Instead, Mohammed Rashid, Arafat’s economic advisor, emerged as the sole representative authorized to act on behalf of the PA. Rashid’s monopolization of negotiations drew intense criticism, particularly following allegations of financial mismanagement after Arafat’s death in 2004. In 2012, Rashid was sentenced in absentia to 15 years in prison for corruption and embezzlement, a conviction he claimed was politically motivated.² The lack of transparency in these negotiations provided Israel with a pretext to delegitimize Palestinian governance. Israel argued that Palestinian corruption rendered it necessary to “supervise” any resource exploitation, a justification rooted in earlier agreements such as the 1994 Paris Protocol. This agreement granted Palestinians nominal rights to exploit their resources but maintained Israel’s control over infrastructure, permits, and export mechanisms. Israel effectively retained a veto over Palestinian economic autonomy, a system that reinforced dependency and stifled development.³ Further complicating matters, Palestinian access to Gaza Marine has been severely limited by Israeli-imposed restrictions. Although the field lies between 17 and 21 miles off the Gaza coast, the current six-mile fishing and resource limitation, enforced by Israeli forces, directly contravenes the 20-mile area established by the 1993 Oslo Agreements. This restriction prevents Palestinians from fully accessing and developing their own resources, further exacerbating their economic and energy dependency on Israel. Moreover, any potential export of gas would still require Israeli clearance, as Israel controls the critical pipelines necessary for transportation, according to Palestinian officials.⁴ Another significant obstacle lies in the precarious nature of conducting business in a conflict-prone zone. Several sources told Middle East Eye (independent online news outlet) that Gaza Marine represents a minor concession in BG Group’s extensive portfolio, which diminishes the company’s incentive to advocate for its development, especially without guarantees that another war in Gaza isn’t imminent. This lack of security, combined with persistent political fragmentation and blockades, undermines any progress toward leveraging Gaza Marine’s potential to alleviate poverty and energy dependency in the region.⁵ These challenges not only underscore the broader systemic issues but also highlight how external actors and Israeli policies have consistently obstructed Palestinian access to natural resources. As Gaza Marine’s development remains at a standstill, its potential benefits, including job creation, energy independence, and economic revitalization, continue to be unrealized, perpetuating cycles of dependency and deprivation in one of the world’s most impoverished regions.⁶ Missed Opportunities and Consequences for Gaza In 2003, Joseph Paritzky, Israel’s Minister of Infrastructure, reached an agreement with Fatah during the Second Intifada. The deal proposed that Israel would sell energy resources, some originating from Gaza Marine, back to Palestinians in exchange for reducing the Palestinian Authority’s

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Desperté y ya no tenía casa.

SANTIAGO CÓRDOBA WOLF Llueve negro y la gente yace en las calles.«¿Por qué no despiertan?»«¿Por qué no cierran los ojos al dormir?».No hay respuesta, ni siquiera una mirada. Mamá en una mano y papá en la otra.Me agarran fuerte y me apremian.«Más deprisa, más deprisa»,susurran mientras tiran de mis brazos.Tengo sueño en los ojos.«¿A dónde vamos?».No hay respuesta, ni siquiera una mirada. Sabor a sal en la boca,el rugido de un océano enfurecidoretumba en mis oídos.Vamos a la playa, estoy segura.«¿Por qué bajamos a la playa en medio de la noche?».No hay respuesta, ni siquiera una mirada. Cientos de piernas en trajes de adultopisan la arena.Veo pijamas como el míoy caras que conozco del cole.¿Qué hacemos todos aquí?Maletas en vez de castillosy lágrimas donde antes iban las sonrisas.¿Por qué llevan ropa y pijamas?No hay respuesta, ni siquiera una mirada,solo un apretón de manos de papá. La marea de gente llora, grita,se empuja y hasta se golpea.Mamá me envuelve en su regazo,me cobija entre su falda.Abrazo sus rodillas;están cálidas,mis manos, frías.«¿Qué está pasando?»,grito entre la tela.¡Silencio!,grita papá.No lo veo,pero está cerca, lo siento. De pronto nadie habla,no hay ruido.Solo el romper de las olastronando en la arena.A lo lejos, un silbido agudose acerca,cada vez más molesto,como un mosquito en verano.Cada vez más cerca,más y más.Ya está encima.Me duelen los oídos. ¡Todos al suelo! ¡Cubríos!Siento cuerpos caer,cada cuerpo levanta un poco de arena.El silbido lo invade todo,es lo único que existe.Cierro los ojos. Despierto.Sigo sin casay ahora mis padres duermen en la arena,acompañados de muchas otras personas.¿Por qué no cierran los ojos al dormir?No hay respuesta,solo miradas,cientos de ellas.

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No me hallo

SANTIAGO CÓRDOBA WOLF No me hallo «No me hallo,» decía mi madre con frecuencia.No me hallo.Del verbo hallar: encontrar algo perdido,o a uno mismo en los días revueltos del alma.No me hallo. De niño nunca entendí sus palabras,ni el peso que cargaban.Era un niño:inocente, crédulo,preocupado solo por el fútboly mis guerras inventadas.Egoísta, testarudo,como solo los niños pueden ser. «¡Ay, cómo que no me hallo!»brotaba en los días grises,esos claroscuros que dañan los ojosy te obligan a soñar con cobijas pesadas.«Hoy no me hallo,»lo decía como quien estornuda en medio de la charla,interrumpiendo para luego continuarcomo si nada,como si «no hallarse»fuera tan comúncomo el viento despeinándola. «No me hallo,»la escuché tantas vecesque dejó de tener forma,una muletilla más,un ruido de fondoen las mañanas llenas de banalidades. La recuerdo de arriba abajo,del tingo al tango,resolviendo la vida de todosmenos la suya.Madre, esposa, empleada,heredera de mil vidas ajenas,siempre encendida, siempre a cargo.Y cuando por fin todo callaba,quedaba sola frente al espejo,el reflejo devolviéndoleesos ojos de cazadora cansada.Y ahí, en ese instante,en esa soledad,el susurro volvía:«No me hallo.» Un día desperté,y ya no era niño.Abrí los ojos a tres mil kilómetros de casa,y por primera vez entendí:No me hallo.O más bien,me hallé en el desasosiego.Me estorbo, me incomodo,soy un bosque de espejosdonde ninguno devuelve algo que reconozca. “Ma, no me hallo,” le dije un día.“¿Por qué, San?”“Me estorbo, me incomodo,y no me encuentro.” “Es la niebla, la que te ciega,”respondió, sagaz,“como en las novelas de Saramago.Pero no hallarsees abrirse puertas.No hallarse también es hallarse,de otro modo,en otro lugar.” “¿Tú me hallas, ma?”“Claro. Te hallo perfectamente.Siempre te hallaré.” “¿Y tú? ¿Te hallas?”“Algunas noches no.Pero entonces séque tú me hallarás.” “Te hallaré, mamá,como tú me hallas a mí.”

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Jesús Revaque

El maestro que transformó la educación y soñó con un futuro igualitario Por: Santiago Córdoba Wolf Compromiso con la educación Jesús Revaque Garea fue mucho más que un maestro republicano; su vida y obra representaron un compromiso incansable con la educación como medio para transformar una sociedad profundamente desigual. A través de su labor pedagógica, periodística y humanista, Revaque dejó un legado que invita a reflexionar sobre cómo los retos educativos de su época resuenan, con sus propias diferencias, en los problemas actuales. Contexto y Legado de Jesús Revaque En la España de los años 30, un país marcado por el analfabetismo y la brecha entre las clases sociales, Revaque fue un pionero de la educación progresista. Desde su formación en la Escuela Normal de Valladolid y sus estudios en Europa, absorbía las más avanzadas técnicas pedagógicas, que luego aplicó como director del Grupo Escolar Menéndez Pelayo. Allí, introdujo métodos que fomentaban la creatividad y el pensamiento crítico: desde el uso de barómetros para estudiar el clima hasta la creación de periódicos escolares. La escuela no era sólo un espacio de aprendizaje académico, sino también un entorno donde la libertad, la inclusión y la expresión individual eran prioritarias. Su pasión por una educación equitativa también se reflejó en sus casi 400 artículos publicados en “El Cantábrico”, donde defendía la creación de escuelas rurales y la formación continua de maestros. En un país donde la escuela era, para muchos, un privilegio, Revaque trabajó incansablemente por convertirla en un derecho. Retos Educativos en la España Republicana Los retos que enfrentó Revaque reflejan las profundas desigualdades estructurales de su tiempo. La España de los años 30 tenía una de las tasas de analfabetismo más altas de Europa, especialmente en zonas rurales. Además, la educación estaba altamente politizada; la lucha entre la Iglesia y el Estado por el control de las escuelas limitaba el desarrollo de un sistema educativo laico y accesible para todos. Otro obstáculo fue la resistencia al cambio. Los métodos autoritarios y memorísticos prevalecían, y maestros como Revaque enfrentaban críticas por implementar modelos pedagógicos más participativos y democráticos. Esta tensión culminó durante la Guerra Civil, cuando la educación se convirtió en un campo de batalla ideológico. El Exilio: Una Nueva Lucha en Terreno Desconocido Con el estallido de la Guerra Civil y la caída de Santander en manos franquistas, Revaque y su familia se vieron forzados a exiliarse. A bordo del buque Flandre, llegaron a México buscando reconstruir sus vidas desde cero. Este período fue especialmente difícil para Revaque, quien, a pesar de ser un educador visionario, tuvo que dedicarse a vender focos de casa en casa en la colonia Tabacalera de la Ciudad de México. Sin embargo, su falta de experiencia como vendedor le dificultó obtener buenos ingresos, lo que sumó incertidumbre a la situación de su familia. María Monte Sarabia, su esposa y también maestra, logró encontrar empleo pedagógico antes que él en el Instituto Luis Vives. Este respiro permitió que la familia comenzara a estabilizarse, mientras Revaque trabajaba incansablemente para reincorporarse al mundo educativo. Fue nombrado supervisor en el Instituto Hispano Mexicano Ruiz de Alarcón, donde sus críticas a la desorganización llevaron al cierre del instituto, un paso necesario para dar inicio a algo mayor: la fundación del Colegio Madrid. El Colegio Madrid no solo se convirtió en un refugio educativo para los hijos de exiliados republicanos, sino también en un espacio de resistencia cultural y pedagógica. Bajo su liderazgo, esta institución adoptó los valores republicanos de inclusión, pensamiento crítico y aprendizaje activo, convirtiéndose en un referente educativo en América Latina. Fue un ejemplo de cómo transformar la adversidad en oportunidad, demostrando que la educación puede ser una herramienta de esperanza incluso en los momentos más oscuros. Retos Educativos Hoy: Similitudes y Diferencias En la actualidad, el sistema educativo enfrenta problemas que, aunque diferentes en su forma, tienen raíces similares. La desigualdad sigue siendo un reto. Si bien el analfabetismo ha sido erradicado en gran medida, las brechas de acceso y calidad persisten, especialmente entre zonas rurales y urbanas, o entre escuelas públicas y privadas. La politización de la educación también sigue vigente, ya que las decisiones curriculares a menudo están influenciadas por agendas políticas. Además, la resistencia al cambio pedagógico se manifiesta en debates sobre la inclusión de tecnología, la educación emocional y los métodos de evaluación. Un desafío contemporáneo que no existía en la época de Revaque es el impacto de las redes sociales y la tecnología en el aula. Aunque estas herramientas pueden ser valiosas, también plantean problemas como la distracción, la desinformación y el ciberacoso. En este contexto, el papel del maestro como guía crítico y promotor de valores éticos cobra una relevancia crucial. Enseñanzas del Legado de Revaque Jesús Revaque nos recuerda que la educación es mucho más que la transmisión de conocimiento; es una herramienta de transformación social. Su énfasis en la inclusión, la creatividad y el pensamiento crítico sigue siendo relevante hoy. En un mundo marcado por la desigualdad, el consumismo y la polarización, la figura de Revaque inspira a construir un sistema educativo que fomente no sólo habilidades, sino también valores. A pesar de los momentos de adversidad, como los vividos en su exilio en México, Revaque demostró que la educación tiene el poder de reconstruir no solo vidas individuales, sino también comunidades enteras. Así como él afrontó con valentía los retos de su tiempo, hoy debemos enfrentar los nuestros con la misma determinación. Esto implica no sólo modernizar las escuelas, sino también asegurar que sean espacios de equidad, diálogo y esperanza, tal como él soñó hace casi un siglo.

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Modern Bandits: Resistance, Myth, and Power in Contemporary Figures

Por: Santiago Córdoba Wolf Bandits by Eric J. Hobsbawm was written in the late 1960s. It was a groundbreaking work for its time because it challenged traditional ways of writing history—not just in terms of winners and losers or good versus evil, but by focusing on an alternative perspective: the viewpoint of «the others,» «the forgotten ones»… the bandits.In their majority, these were peasants in feudal and pre-industrial societies, living in the mountains and entirely forgotten by the dominating order, often regarded as inferior in every sense. These were rebels seeking justice against the established social order and its dictated norms. They became idols in their villages and immortal figures in ballads and legends, representing the grievances of the oppressed and their longing for a fairer society.Hobsbawm describes various types of bandits: the social one, the avenger, the noble robber, and the haiduks of the Balkans. While these bandits share many similarities—resistance to oppression, popular support, and mythologization—there are also differences. Some were violent, others less so. Some sought revenge, others wealth and fame. While some were warriors and representatives of the people, others were simply feared.The significance of Hobsbawm’s work lies in its ability to bridge historical narratives with universal themes of resistance, justice, and rebellion. By examining bandits as a social phenomenon, Hobsbawm sheds light on how systemic inequalities and oppressive structures create not only criminals but also heroes and symbols of defiance.Using these concepts, I aim to construct the image of the «modern bandit» in contemporary figures and movements, focusing on one individual I believe perfectly embodies the «bandit» type: José Mujica. His journey from guerrilla fighter to president encapsulates the evolution of the social bandit archetype in modern times. José «Pepe» Mujica stands as a remarkable example of someone who has transitioned from being an outlaw to an idol and eventually a respected mainstream figure. Raised in a working-class family in rural Uruguay, Mujica’s early life was marked by modest circumstances. His formal education was limited to the basics, as he attended school only briefly. From a young age, he immersed himself in manual and agricultural labor, which shaped his understanding of the struggles faced by ordinary people. His humble roots and experiences in the countryside shaped his sensitivity to social inequalities, which later led him to socialism and left-wing movements in Uruguay. In the 1960s, Uruguay faced a severe economic, social, and political crisis, which naturally paved the way for revolutionary movements.“The ‘best time for bandits’ is one of societal transition, where inequalities are pronounced, and the state is either weak or perceived as unjust. This unique combination makes bandits both possible and, in some contexts, even necessary. Men become bandits where cruelty breeds cruelty, and blood calls for blood.»— Hobsbawm, Bandits, 1981, p. 69. Mujica: From Peasant to Guerrillero. From Revolutionary to Enemy of the State. From Prisoner to President. This hostile environment, marked by social inequality, political unrest, and economic crisis, provided fertile ground for revolutionary movements. It was within this context that Mujica felt compelled to join the guerrilla group Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN), a movement that sought to challenge the entrenched systems of power and oppression.Like any legendary band of outlaws, the Tupamaros engaged in high-stakes actions that captured the public’s imagination and attention. Their operations included bank robberies to redistribute wealth, kidnappings of political figures to destabilize the ruling class, the liberation of political prisoners as acts of defiance, and armed propaganda to spread their revolutionary message. These actions not only embodied their resistance but also positioned them as symbols of defiance against a system perceived as corrupt and unjust. They were the quintessential outlaws—perpetual victims of a system that gave them no real hope for victory. Yet, they persisted, challenging the broader structures of oppression in acts that blurred the line between heroism and criminality. In Robin Hood terms, they took from the rich and gave to the poor, empowering their own. However, they cannot be mistaken for «noble robbers,» as their actions often went beyond mere redistribution. They had no hesitation in unleashing violence upon their enemies, not for personal gain but as avengers seeking a form of justice that resonated with their vision of communal equity.“Like most bandits, they lose. They always lose, even when they don’t.”—Hobsbawm, Bandits, 1981, p. 64. In 1973, a military dictatorship was established in Uruguay, and Mujica like many of his comrades, was captured and subjected to unthinkable conditions as a political prisoner. He spent 13 years in prison, enduring harsh treatment that included physical and psychological abuse. For much of his imprisonment, Mujica was kept in solitary confinement, a form of punishment designed not only to isolate but to break the human spirit.Fifteen years later, following a general amnesty granted after democracy was restored, Mujica was finally released from prison. The man who had once been branded an enemy of the state now began to integrate into its political structure. In a remarkable transformation, the former bandit transitioned into a role as a contributor to the very system he had once fought against. Mujica became not just a participant but also a benefactor and protector within the established social order, leveraging his past struggles and ideals to influence the country’s future from within.«When opportunity knocks on bandits’ doors, you can be sure they will gladly open it.»— Hobsbawm, Bandits, 1981, p. 107. Mujica and his former guerrilla comrades founded the Movimiento de Participación Popular (MPP) in 1989, which later joined the Frente Amplio (FA), a coalition of leftist and revolutionary political parties established in 1971.Mujica soon left his guerrilla ways behind, trading his pistol for a briefcase. However, he retained his humble image and populist rhetoric, maintaining his «banditry» appeal while governing within the system.Hobsbawm emphasizes that bandits are often seen as figures of justice, fairness, and defiance. Their personal charisma and reputation are crucial in garnering popular support. Mujica understood this well from his guerrilla days. He retained the support of the poor and oppressed throughout and after

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Futuro en jaque

Calle, unidad, arte y activismo, la única alternativa para recuperar Barcelona  Santiago Córdoba Wolf Licenciado en Comunicación por la Universidad Iberoamericana Ciudad de México, con un diplomado en Escritura Creativa por la Universidad Internacional de Valencia, actualmente cursa el máster en Historia del Mundo en la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona. Su experiencia en Barcelona —ciudad en la que reside desde hace tres años— le ha permitido enfrentar la realidad de una manera más cruda y honesta, revelando aspectos cotidianos que, bajo el filtro del privilegio, suelen pasarse por alto en sectores privilegiados. Nieto de exiliados republicanos, ha asumido como un deber personal la lucha por la justicia, la reparación histórica y la equidad. En una urbe moldeada por el capital extranjero y los privilegios privados, las calles y las protestas vecinales se han convertido en su principal fuente de aprendizaje para comprender la importancia de sumarse a la colectividad en su cruzada por una sociedad mejor conformada. A través de artículos, así como mediante obras de arte y manifestaciones ciudadanas, Córdoba Wolf se posiciona activamente, hombro a hombro con otros, en la lucha por la igualdad y la justicia social.     Al paso de tres años, he presenciado la rápida e intensa metamorfosis en la que está sumergida la capital cata-lana, Barcelona.1 Una metrópoli que está perdiendo diariamente y a pasos agi-gantados su esencia, su perfume. La que alguna vez fuera un bastión de actividades anarquistas, socialistas, comunistas y un símbolo de la lu-cha contra el fascismo y las injusticias hoy se alza como la viva imagen de todo aquello con lo que, alguna vez, juró acabar. El turismo masivo como único modelo económico, la gen-trificación, los desahucios, la venta de inmuebles públicos al sector privado, las políticas de guerra y las promesas a medias tintas han hecho de Barcelona un paraíso para el turista millonario y un agobio lacerante para el local. De manera sigilosa, la lengua catalana se ha transmutado al inglés en barrios que antes eran populares. Negocios familiares o centros comunitarios se han ido desvaneciendo para darles paso a multinacionales como Starbucks, McDonald’s, Honest Greens, Burger King y cualquier otro monopolio devorador de cultura e identidad. Esa Barcelona que tanto impactó a Orwell en aquel 1936 (se-gún lo registró en Homenaje a Cataluña)2 se encuentra en perpetua agonía. Sin embargo, así como el escritor inglés narró con asombro que en la ciudad condal “se respiraba una sensación de esperanza 1 Quisiera agradecer la inmensa labor que hacen en esta ciudad: Arran, Futuro Vegetal, el Sindicato de alquiler, el Sindicato de vivienda, End Fossil Occupy Barcelona, el Comité estudiantil de solidaridad con el pueblo palestino, Prou Complicitat amb Israel, la resistencia okupa Ca la Trava, Fridays for future Barcelona y toda la gente que realmente combate todos los días contra las injusticias personales, generales y públicas, sin importar la adversidad. Sin su voz, nada de esta lucha sería posible. Gracias, es un honor.  2 George Orwell, Homenaje a Cataluña. Como único modelo económico, la gentrificación, los desahucios, la venta de inmuebles públicos al sector privado, las políticas de guerra y las promesas a medias tintas han hecho de Barcelona un paraíso para el turista millonario y un agobio lacerante para el local Como único modelo económico, la gentrificación, los desahucios, la venta de inmuebles públicos al sector privado, las políticas de guerra y las promesas a medias tintas han hecho de Barcelona un paraíso para el turista millonario y un agobio lacerante para el local     y de propósito común”, hoy esa ilusión aún vive, late lentamente y se niega a morir.Un espíritu representado principalmente en rostros jóvenes (fig. 1). Una sangre de zagal que carga en los pulmones un grito fuerte, largo, unísono y sonoro. Un rugido atemporal que marcó y seguirá marcando a todos los que luchan por un mundo valiente, igualitario, feminista y anticapitalista: ¡no pasarán!Con esa osadía colectiva, han sido ellas y ellos quienes, al pie del cañón, han defendido a Barna con uñas y dientes, tomando las calles constantemente para pelear esas luchas locales e internacio-nales que el gobierno se niega a afrontar. Porque la raíz del problema es la misma en todos los esce-narios, no sólo en la turistificación y gentrificación: un modelo económico neoliberal que sigue priorizando el beneficio económico de las élites a costa del bienestar colectivo. Un modus operandi que continúa reforzándose mediante políticas de guerra, especulación urbana y violación de derechos humanos. No obstante, frente a esta realidad adversa ha surgido un ar-te que no embellece, sino que desafía, denuncia y construye. Aquí, el activismo y la destreza se encuentran en un cruce ineludible, un punto donde lo estético se convierte en lo ético y lo político se ex-presa en colores, grafitos, paredes, manifestaciones, gritos, unidad, trazos y performances. Una plaza repleta de zapatos puede parecer algo insignificante para quien la mira de pasada. Pero cuando esos zapatos vacíos se colocan uno tras otro en la Plaça Sant Jaume para re-presentar a las víctimas de un genocidio, se transforman en una obra de arte viva, visceral, un grito visual contra la indiferencia de Catalunya y el Estado español ante la barbarie perpetrada por Israel (https://www.elperiodico.com/es/sociedad/20240824/protesta-zapatos-gaza-sant-jaume-guerra-107326511).3Este acto no fue sólo un gesto simbólico, sino también una intervención artística que convirtió el espacio público en un escenario de memoria y denuncia. Cada par de zapatos, alineados con precisión, hablaban de las ausencias, de las vidas que fueron arrancadas Mientras la marea de activistas bajaba, dejando tras de sí una estela de consignas y grafitos impregnados en las calles, la ciudad empezaba a respirar el eco de la resistencia (fig. 4). Desde las altas torres de los pisos de Airbnb que se encuentran en la zona, los oligarcas extranjeros que pagan cinco mil euros de renta al mes filmaron con terror, sorpresa y desencanto la movilización, sintiendo escalofríos en la espina dorsal. Por otra parte, a ras de suelo, el turista a pie se fue dispersando hacia la lejanía, sintiendo la invasión de su espacio y viviendo el

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Crónica del Primer 16J

Por: Santiago Córdoba Wolf Marea tricolor en el centro de Madrid. FOTO: Archivo Personal Con el puño en el cielo y al son del coreografiado grito de “Los Borbones son unos ladrones” y “España, mañana será republicana”, miles de personas se dieron cita este domingo 16 de junio en las calles de Madrid. La rojigualda fue testigo, desde lo más alto de las cúpulas del estado, de la marea tricolor que inundó las calles de la capital. Hoy, todas las comunidades autónomas del país, y más allá, se unieron en un grito de justicia, reivindicación, memoria histórica, y sobre todo en busca de un futuro íntegro, honesto, equitativo y republicano. A días del décimo aniversario como monarca del último tirano Borbón, un aproximado de 30 mil almas se congregaron bajo el lema “Felipe VI El Último”, con el fin de dejar claro en las calles que 10 años de escándalos de corrupción, robo y abuso de poder son suficientes. España debe avanzar, pero para hacerlo debe de una vez por todas quitar el freno de mano que representan los Borbones. Durante años, el oligopolio mediático que rodea el Palacio de la Zarzuela ha blanqueado la imagen de la realeza, haciéndole creer a propios y extraños que la monarquía es necesaria, es un bien cultural, un pilar de la construcción del estado español y, sobre todo, que el pueblo está a su favor. Sin embargo, esto no podría ser más falso e hipócrita. La monarquía fue el último castigo de Franco a un pueblo secuestrado. Un pueblo que se sabía republicano. Un pueblo que, lejos de ser escuchado, fue capturado, torturado, exiliado y asesinado. La corona en lo más alto del asta bandera representa a una sociedad que nunca obtuvo la oportunidad de avanzar, una masa anónima que nunca obtuvo su duelo y reivindicación. Una nación que vive en la eterna melancolía de algo que nunca llegó. Porque la monarquía no es solo un sistema medieval, hereditario y sin sentido. Es un intruso. Un intruso machista, heteropatriarcal, racista, colonial, corrupto, inútil y costoso, muy costoso para todas nosotras, y a cambio de ¿qué? Sudor, lágrimas, sangre, muerte, tiempo y memoria, mucha memoria. Es por eso que, bajo un sol cancerígeno, seco y absorbido enteramente por la ciudad del asfalto, cientos de luchas y colectivos se unieron bajo la misma seda púrpura republicana. Porque no solo se trata de abolir la corona, se trata de una lucha de clases, se trata de enfrentar las desigualdades económicas y sociales que perpetúan un sistema injusto. La lucha es por los derechos laborales, por la vivienda digna, por una educación y sanidad públicas de calidad. Es una lucha por la justicia social, por la igualdad de género y por la protección del medio ambiente. Cada paso en las calles, cada consigna coreada, es un grito por un cambio estructural, por una sociedad donde el poder no esté concentrado en manos de unos pocos, sino repartido equitativamente entre todas las personas. Esta es la esencia de la revolución que se gesta, un movimiento que no solo mira hacia la abolición de la monarquía, sino hacia la construcción de un nuevo paradigma de justicia y equidad. Y mientras las izquierdas no pongan a un lado sus complejos morales y logren formar un bloque colectivo que se le ponga de frente y sin miedo a las constantes injusticias, seguirá siendo nuestra responsabilidad salir a las calles con el puño en lo más alto. Porque el estado y el capital nunca serán antagonistas, pero sí lo son del pueblo trabajador. Este domingo se dio el primer paso hacia ese cambio.

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